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miércoles, 2 de julio de 2008

Arte o negocio

El arte mas que una disciplina puede llegar a ser una filosofía, una forma de entender la vida. Ante expresiones de luz, color, formas, texturas, el ojo humano percibe una realidad que a veces es difícil de interpretar, de razonar, de dar sentido, de buscar un significado.

Cuántas veces nos hemos situado ante una obra de arte, pintura o escultura, y no hemos sabido no solo calificar sino tan siquiera saber ante lo que nos encontrábamos. En este mundo en el que cada día creemos que todo vale, llega un momento en el que es difícil saber si el autor de una creación es artista o no lo es.

Difícil tarea tienen los peritos tasadores de obras de arte, donde a veces para poner precio hay que ver los apellidos o el currículo del supuesto artista.

También nos podemos encontrar con apellidos consagrados gracias a la cuna del artista, o a una sola obra de renombre cuyo precio en el mercado se hizo notar. A partir de ahí no solo se encumbra a un autor sino que además los precios de sus obras son estratosféricos ya que de otro modo el prestigio del artista bajaría considerablemente.

Lo que es evidente es que en el mercado actual también perduran y ahí están miles de artistas anónimos, que aunque firman sus obras, son desconocidos en los mentideros artísticos. Estos artistas aficionados, amateur, sin vocación clara, de tiempo libre abundante, pueden ser los Miguel Angel o Sorolla a los que aún no les llegó su oportunidad, pero que sobre el mármol o sobre el lienzo han dejado patente que sus manos imprimen magia a todo lo que tocan. Son éstos los verdaderos artistas, son los que no ven en sus obras tan solo un motivo de mercadeo, son simplemente un grito de expresividad que nos regalan y que podemos ver por muchas de nuestras calles.