martes, 22 de abril de 2008
¡¡ que dificil señores !!
Y es que hay profesiones difíciles de ejercer y no porque representen un peligro para quien las desempeñe, sino por el producto que se vende...o díganme si no, las personas que se dedican a maquillar a los muertos. Estos maquilladores de la muerte deben tener una labor muy ingrata, porque al menos a cualquier maquillador le agrada ver a su cliente contento, satisfecho con el trabajo realizado, pero en el caso de los cadáveres, no hay ni sonrisa de complicidad, ni satisfacción, y además el profesional se preguntará ¿y ya para que?
Si seguimos con la muerte, ¿han pensado lo ingrato de vender cajas funerarias? Cómo se puede ofrecer a un vivo una caja de madera donde depositar los restos de un ser querido. Con que cara se le dice que es de ébano o de pino, o que la tapa lleva tres bisagras de acero inoxidable, por no entrar en el tema del forrado con seda natural de su interior. Todo ello acompañado de un catálogo ilustrado a todo color donde cada féretro tiene un nombre de lo más bucólico: azucena, recuerdo 2000, universo ocre, etc.
Pero aún hay más, y es que hay momentos en la vida en los que recurrimos a profesionales por el simple hecho de lo que llamamos “asco”. ¿quién limpiaría su propia arqueta de residuos? ¿quién se enfrentaría a una plaga de cucarachas volantonas? Creo que muy pocos lo haríamos, es más fácil llamar al señor del desatoro y al fumigador de plagas.
A pesar de esto que os cuento, hay quien se queja de estar ocho horas al día en el mostrador de un video-club, o en un estudio de arquitectura delineando ante un ordenador, o simplemente recibiendo llamadas de clientes.
Evidentemente todos nos quejamos, y todos somos necesarios, pero a algunos les ha tocado la parte más difícil.
Si seguimos con la muerte, ¿han pensado lo ingrato de vender cajas funerarias? Cómo se puede ofrecer a un vivo una caja de madera donde depositar los restos de un ser querido. Con que cara se le dice que es de ébano o de pino, o que la tapa lleva tres bisagras de acero inoxidable, por no entrar en el tema del forrado con seda natural de su interior. Todo ello acompañado de un catálogo ilustrado a todo color donde cada féretro tiene un nombre de lo más bucólico: azucena, recuerdo 2000, universo ocre, etc.
Pero aún hay más, y es que hay momentos en la vida en los que recurrimos a profesionales por el simple hecho de lo que llamamos “asco”. ¿quién limpiaría su propia arqueta de residuos? ¿quién se enfrentaría a una plaga de cucarachas volantonas? Creo que muy pocos lo haríamos, es más fácil llamar al señor del desatoro y al fumigador de plagas.
A pesar de esto que os cuento, hay quien se queja de estar ocho horas al día en el mostrador de un video-club, o en un estudio de arquitectura delineando ante un ordenador, o simplemente recibiendo llamadas de clientes.
Evidentemente todos nos quejamos, y todos somos necesarios, pero a algunos les ha tocado la parte más difícil.
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