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lunes, 21 de abril de 2008

Antaño

Recuerdo cuando estaba en mis años mozos cómo al llegar un viernes se me abría hasta el apetito, por fin solo ante el fin de semana. Los planes se agolpaban a un ritmo vertiginoso en mi cabeza y el miedo era que no diera tiempo a todo.

El viernes se quedaba por la tarde en el salón recreativo “Mackoly” una auténtica sede social donde el ping-pong y el billar eran las estrellas del entretenimiento. Alli estábamos todos, no faltaba nadie. La música procedente de una maquina que tras ingerir una moneda de 25 ptas dejaba oir los éxitos de la época...The Police, Boney M, Los Pecos, etc.

Ni siquiera pensábamos en las niñas a pesar de que los 15 ya estaban cumplidos, seria también porque como ni siquiera las veíamos, ni las echábamos en falta...

El sábado se producía el gran acontecimiento, a partir de las 9 todo el mundo se encaminaba hacia la fiesta del Instituto. Una nave almacén albergaba a todos los estudiantes. El primer lugar donde conocí los cubatas y otras mezclas un tanto extrañas para mi en aquel entonces, como el “lugumba” o como se escriba....Los primeros bailes lentos provocaban romances repentinos de una sola noche donde besábamos a la compañera de clase ruborizados porque había compañeros delante, ¡igual que hoy! Jejeje.

El domingo tocaba levantarse tarde, hacer el vago y ver mucha televisión...y es que aún no habían llegado los multicines. Por la tarde se salía a la calle, si, simplemente a la calle, eso que hoy día parece absurdo, antes era habitual. Dabas una vuelta por el barrio y veías a los niños del barrio en corrillo hablando de fantasias imposibles.

Hoy en cambio, tras pasar los cuarenta tacos el fin de semana es sólo la cuenta atrás hacia el tedioso lunes. Los momentos de ocio han pasado a convertirse en formales cenas con los amigos y la posterior copa que ya deja el cuerpo trastocado. Y me pregunto: ¿hemos olvidado que es divertirse y cómo hacerlo? La verdad es que el fin de semana para mi ha pasado de una comedia a una triste tragedia.
Un mando a distancia, un café y poco más. Eso es el fin de semana.