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viernes, 25 de abril de 2008

¿comer bien?

El progreso y la modernidad han traspasado todas las fronteras existentes. Lo que hace unas décadas hubiese parecido ciencia ficción, hoy nos parece algo normal, aunque sigue sorprendiendo a propios y extraños.

Hace unos días se entregaban los premios a los mejores restaurantes del mundo, entre los 100 mejores tenemos los españoles situados a siete restaurantes. Aunque habría que hablar mas que de restaurantes de laboratorios, ya no se guisa, ahora se ioniza, o se hidrata.

Es habitual ya ver como un plato para ser presentado necesita de herramientas más propias de un taller de soldadura que de una cocina tradicional. Han desaparecido los coladores, las cucharas de palo, los ralladores manuales...hasta los platos han dejado de ser blancos y redondos.

Con la modernidad llego también el hambre en la cocina, si el hambre, y es que ahora un plato de “sardinas sobre lecho de escamas de salmón con zarzuela de frutas del bosque” no es más que media sardina sobre una especie de espuma color salmón y una frambuesa en una esquina. Esto se presenta en un plato de 40 cms de diámetro y colocado todo en el centro. Y no es un error del camarero, no es una tapa en plato grande, es que eso se sirve así. Así se presenta un plato que se considera de alta escuela y frente al cual debemos saciar toda nuestra hambre.

Ya no esta de moda ese plato de papas ( que no patatas) fritas con huevo, donde las papas se desparraman fuera del plato y el huevo con toda su clara con los filos quemados y rizados. Aquí el pan era lo más interesante, había que mojar.

En los nuevos restaurantes no hay pan, hay piquitos de pan con semillas de ajonjolí, y solo uno por cabeza, y para colmo de males, esta mal visto pedir más. Y no voy a entrar a valorar el postre moderno, ese que cuando te dicen: helado, uno piensa en fresa, vainilla, turrón.....no !! de eso nada !! Ahora los helados son de boquerones en vinagre, de callo, lentejas, etc. Pero ahí nos escapamos de la modernidad recurriendo al café, aunque el azucarillo sea moreno.

Reivindico la vuelta de la carne con tomates, del puchero con pringá, ah y por supuesto, en plato y lleno hasta los filos. Ya está bien, hombre.