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miércoles, 18 de junio de 2008

Un poquito de cordura

La controversia sobre la fiesta nacional esta ya muy manida. Han sido muchas las horas que ha ocupado en charlas y coloquios entre aficionados y detractores, muchas las horas de parrilla televisiva y cientos de artículos dejaron correr su tinta en defensa o en detrimento de una fiesta muy nacional.

Personalmente la fiesta del toro es algo que siempre me atrajo, sus entresijos, el argot taurino, la plástica, la música, etc.

El arte de la fiesta taurina radica en saber adornarse ante un toro bravo, en llevar a cabo una faena y sabiendo sacar faena de donde no la hay. Para ello el torero arriesga su vida frente a un animal salvaje, frente a frente, ambos se defienden y presentan sus propias armas.

El toreo debe llevarse a cabo con maestría, con belleza, sabiendo estar en su sitio en cada momento. Hasta aquí nada nuevo aporto a este polémico arte de la tauromaquia, pero si creo que esos valores deberían perdurar en el tiempo.

Y es que todo esto lo digo porque en las últimas semanas el diestro madrileño José Tomás está dando al traste con todas estas nociones básicas del toreo. Y es que no creo que lidiar una res brava con el arrojo desmesurado de este señor sea propio de una fiesta. La fiesta debe ser lúdica, festiva y no auspiciadora de tragedia.

Arrimarse hay que arrimarse, pero con cabeza, sabiendo estar. José Tomás hoy catapultado por los críticos a lo más alto de la cúspide taurina creo que tan solo pretende mostrarnos un suicidio por entregas. Creo que se puede salir por la puerta grande sin tener que pagar el peaje de la enfermería.

Prefiero un toreo con arrojo pero con aplomo. Una lidia con elegancia, con emociones pero sin sobresaltos.