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lunes, 26 de mayo de 2008

Por un futuro incierto

Las predicciones sobre la vida y la muerte no dejan de ser un auténtico misterio para todos los que nos ha tocado vivir en este mundo. Saber el día que dejaremos de estar con los nuestros, el día en que partiremos hacia el más allá, es algo que si bien nos gustaría saber a todos, también es cierto que no todos tendríamos el valor de abrir ese sobre donde en su interior vendría escrita nuestra fecha de caducidad.

El afán de supervivencia de los humanos nos lleva a querer perdurar en el tiempo sin límites algunos. Sería mas una pesadilla que un beneficio. Solo situarme en esa tesitura me provoca una inquietud infinita. ¿cómo estaríamos días antes de la anunciada necrológica? Pienso que la mente humana no esta preparada para conocer con tanta antelación una fecha tan irreversible, a pesar de que contamos con la certeza de que nuestra existencia es limitada.

Solo deseo que los avances tecnológicos no asomen por estos senderos de la investigación, o al menos, seamos libres de decidir sobre el conocimiento de nuestro destino final. Una existencia consciente de todo esto podría acarrear nuevas formas de vida, de comportamiento social, de razonamientos descabellados a la desesperada que podrían llevar a la población al mas alarmante estado de desesperación.

El hombre siempre ha querido ir más allá de las metas convencionales de la física, romper algunas barreras o fronteras del saber, quizás pueda estar en nuestras manos, pero sin duda, debemos esperar que los científicos sopesen los beneficios para una población que puede no estar preparada para hechos que van más allá del raciocinio al que estamos habituados a explorar.

Será el tiempo, los avances, el devenir de los acontecimientos quienes nos puedan destrozar la tranquila convivencia de quienes un día fuimos engendrados con el único objetivo de vivir y no precisamente para sufrir una cita preestablecida con una eutanasia irreversible.