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jueves, 12 de junio de 2008

Oiga, quiero matar a mi mujer.

Seguimos asistiendo perplejos a lo que acaece en nuestro país día tras día. El color negro empaña un paisaje colmado de desesperación, desesperanza, crisis y demás calificativos pesimistas. Hasta ahí nada nuevo, teniendo en cuenta que estamos gobernados por una pandilla de señoritas a las que su cartera ministerial les viene un pelín grande.

Como cuando la tonadillera Pantoja nos sorprendía con sus dotes culinarias con el pollo, la ministrilla de Igualdad, la señorita Bibi, nos sorprende con una medida muy esperada por la población. Y es que en tiempos de crisis lo mejor es facilitar un teléfono gratuito, que pagaremos todos, para que los hombres (entiendo que no hay mujeres agresivas) descarguen su agresividad antes de recurrir a la violencia.

Ya de por sí partimos de desigualdad, las mujeres antes de golpear con el cuchillo del jamón a sus maridos no podrán recurrir al teléfono gratuito. Pero eso es lo de menos. Me gustaría pasar un día en la sala de teleoperadoras que atenderán estas llamadas de arrepentimiento, o de aviso de matanza, porque la verdad es que no se muy bien cuando debería llamar y hacer uso de ese teléfono.

Entiendo que un lunes por la mañana, me levanto, me afeito, me visto y cuando me dispongo a salir por la puerta de casa a contra reloj para no llegar tarde a trabajar, mi mujer me dice eso de “¡¡ Antonio!!, ¿has tirado de la cisterna?”. Es en ese momento cuando debo descolgar el teléfono del sosiego y comunicar que mi mujer va a ser víctima de un cruce de insultos con posible final agresivo.

El secreto está en saber que es lo que nos ofrecerán a cambio al otro lado del hilo telefónico. Todo dependerá del presupuesto que haya destinado para tal efecto. Una idea podría ser ofrecer un fin de semana gratis en hotel con “la otra” a cambio de no levantar la mano. Pero igual nos encontramos que al otro lado del teléfono hay un sacerdote y nos promete la salvación si recurrimos al perdón en última instancia.

No deja de ser una auténtica frivolidad dar una rueda de prensa en plena huelga de transportistas y anunciar chorradas para distraer al pueblo español en los descansos de los partidos de la Eurocopa. Mientras España quiere ver a Zapatero sonreir y anunciar que todo esto del gasoil, desabastecimiento de mercados, etc no es más que nerviosismo social.

Sin duda, un perfecto país de pandereta, jarana y esas cosas.