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lunes, 30 de junio de 2008

Decisiones poco decididas

Siempre me ha parecido curioso saber cuáles son los motivos que inducen a un comprador a decidirse por un modelo u otro de vehículo. El bombardeo de publicidad al que estamos sometidos en televisión y en paneles en carreteras bien pudiera bastar para hacernos una idea del coche de nuestros sueños.

Pero estoy seguro que la idea inicial que tenemos se nos desmorona como castillo de naipes cuando en la elección participan personas de nuestro entorno más cercano. A veces las señoras influyen en sus maridos con argumentos tales como que Fulanita se ha comprado un coche que dice que es el mejor, y la envidia hacia esa vecina hace que la elección acabe en tablas, donde las argumentaciones de motor y consumo topan con las charlas de patio entre mujeres.

Luego los hijos nunca permanecen al margen, aunque el coche es para papá y el será el que lo pague, los más jóvenes siempre dan su opinión, es más, a veces los padres recurren a su opinión por aquello de que siempre están a la última en todo. Y ahí surgen los conflictos, si papá quiere una berlina, el hijo dice que lo ideal será un coupé, alegando que papá parece más joven en el deportivo. Y claro ante esas razones papá piensa que es momento de quitarse unos añitos de encima y hacerse con un modelito que cause furor entre los vecinos del barrio.

Pero mamá sospecha que su marido con ese coche va buscando algo más que un medio de locomoción. La polémica está servida. Que si dónde vas a tus años con ese coche, que a tu edad parecerás ridículo en un coche para jóvenes...etc etc.

Al final papá pospondrá la compra unos meses, oir ambas partes puede ser enloquecedor, pero lo peor de todo es que al final optaremos por el coche que simplemente nos regale un juego de alfombrillas o simplemente veinte euros en gasolina. No somos más que unos títeres en el mundo del consumismo, donde a veces los criterios de elección no son nada racionales.