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lunes, 25 de agosto de 2008

Un ansiado regreso

Mas de un mes sin aparecer por aquí, para el que os escribe, una eternidad. Mi vida cotidiana cambió bruscamente, sin quererlo ni desearlo uno. Llegar a la oficina por las mañanas, mirar el correo, responderlo, oir el contestador, escribir algo para el blog...todo eso, rutina diaria, actividad fácil donde las haya, se vio interrumpida por eso que ya sabéis.

Ahora una vez terminada la operación, habiendo permanecido una semana hospitalizado quisiera dar las gracias a muchas personas y como espacio dispongo de casi todo el del mundo, lo quiero hacer de modo particular.

En primer lugar quisiera dar las gracias a las primeras personas a las que vi el día de mi ingreso en el hospital. Ese día llega uno un poco desanimado por aquello de que va a dormir en un hospital, en una cama que no es la suya y eso para el que les habla no es agradable. Pero cuál fue mi sorpresa cuando descubro que tanto celadoras, enfermeras, limpiadoras y auxiliares que me han atendido son unas auténticas profesionales con una calidad humana que va mas allá de lo que podía lograr a comprender. Son personas que en su día a día demuestran su afán por complacer a los pacientes, por levantar el ánimo decaído y hasta para arrancar la sonrisa olvidada en casa. A todas ellas les debo que mi paso por el Hospital Carlos Haya, por su sexta planta, haya sido mucho mas agradable.

Al Dr. Fernández Serrano, quien me atendió en su consulta y quien me extirpó “eso” que tanto nos asustó a todos. Destacar su proximidad con el paciente, su amabilidad, su carácter afable y sobre todo por haber dado apoyo y calor a mi madre en los momentos difíciles, eso también fue importante para mi.

A la familia de mi mujer, que por cierto, es la única que tengo y creo que es la mejor que nunca tuve. A todos ellos, por estar ahí en todo momento, en silencio, con alboroto, por teléfono, en la habitación, en casa, por todo...os mereceis lo mejor del mundo.

A mis padres decirles que a pesar de su edad han sabido sobrellevar muy bien este mal trago. Se que os he puesto el listón muy alto, ha sido duro, pero hay que seguir en la lucha, que el camino acaba de empezar y aún nos quedan algunos ratillos malos. Creo que la vida nos deparará mejores momentos que disfrutaremos juntos porque pienso que os lo mereceis.

Me reservo para el final unas palabras para la que ha sido mi mejor tranquilizante, mi compañera de fatigas, ella se entregó en cuerpo y alma a todo, estuvo día y noche, pasando frío por las noches, mal comiendo en bares, durmiendo en un sillón, pero siempre estuvo a mi lado. Mariló, mi mujer, ha sido la persona clave en todo este mare magnum de pruebas, analíticas, diagnósticos, etc. Ella me hizo valiente, me ayudó a levantarme, a caminar, he llegado aquí con el apoyo y el calor de muchas personas, pero sin duda, sin ella, me hubiese recuperado igual pero no sería lo feliz que soy. Sólo espero poder demostrarle a ella a lo largo de nuestras vidas lo que ella me ha demostrado en solo una semana.

Y a todos deciros que pronto llega la dichosa quimioterapia, si eso que hace que se caiga el pelo, y otras muchas cosas mas. Bueno pues dependiendo de cómo me afecte pues volveré a estar con vosotros de nuevo o dejaré pasar un tiempo hasta restablecerme. Los ánimos están bien, no sobran, pero algo queda. En fin, que me alegra volver a estar por aquí, echaba de menos la vida cotidiana.