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viernes, 6 de junio de 2008

El equilibrio que no llega

La vida no es mas que una especie de concurso en el que unos salimos ganadores y otros permanecen en la grada de fracasados. Pero aún así, hay quien no puede acceder a participar, son los marginados, los carentes de oportunidades en el concurso de la vida.

Las puertas se cierran a cal y canto para algunos, las cerraduras de la marginación seguirán oxidadas por mucho tiempo. Las llaves de la justicia permanecen perdidas y justificamos todo en la desidia, la dejadez y el olvido.

La raza, la religión, el sexo... son las armas que se usan en el campo del aislamiento social. Una artillería que todos hemos usado alguna vez y con la que hemos actuado sin miramientos para mantener bien alto la bandera del egocentrismo, del orgullo.

Cada día izamos banderas de falsas victorias tras contiendas sin sentido que nosotros mismos diseñamos con el único fin de salir victoriosos de la cosecha de monotonía y aburrimiento que sembramos de cara a la galería.

La aproximación a un mundo ideal -en el que haya lugar para todos, donde el fracaso y la victoria no vivan en permanente antonimia- está cada día más difícil. Los ríos de la cordura dibujan su curso entre montañas de obstáculos aparentes y no se ve una pronta llegada a la desembocadura de la equidad.

Cada minuto que empleamos en este ring de las desavenencias, nos aleja más aún de la ansiada tranquilidad que traerá el fluido diálogo de los hombres. Mientras haya acuerdo no habrá disputa, mientras sonreímos no ensalzamos la ira en los demás.